sábado 31 de julio de 2010

Las Antorchas del Diablo



Por Nefe¹_metah

Retrocedamos, una vez más, a esos años mozos sobre tierras azuayas. Dirijamos nuestra atención a ese periodo comprendido entre las décadas 60´s, 70´s y 80´s, en donde era casi habitual sentirse inmerso en ambientes desbordantes de fenómenos curiosos y hechos que, hasta el día de hoy, conforman las amarillentas páginas de la historia de la Cuenca de antaño.

Así como el caso de los gagones, en la Cuenca antigua se han dejado apreciar un sinnúmero de manifestaciones ilógicas que han dejado una huella imborrable en sus testigos; fieles espectadores de las escenas más rocambolescas y truculentas jamás vividas.

Uno de esos fenómenos o hechos que marcaron la ruta del misterio por estos lares es el de “Las Antorchas del Diablo”. Este fenómeno –como el extenso listado de sucesos misteriosos que han confluido dentro de esta misma casuística- ha sido muy común en lugares periféricos de la ciudad; pero, no solamente ha sido evidente dentro y fuera de la urbe cuencana de aquellos años, también en poblados cercanos a ella, como son: Gualaceo, Azogues, Girón, Yunguilla, etc.

El fenómeno podría describirse de la siguiente manera:

-Manifestaciónes –comunmente visibles en sitios apartados de zonas pobladas- de lenguas de fuego (de ahí viene la designación, moldeada bajo el apelativo de “antorchas del diablo”), que aparecían de la nada y recorrían ciertos palmos sobre los terrenos, permaneciendo inmóviles hasta que llegaban a desaparecer introduciéndose en algún peñasco o montículo de tierra. En otras ocasiones simplemente se desplazaban hasta difuminarse conforme avanzaban en su ruta.

-Casi siempre han sido descritas como: lenguas de fuego, las mismas que no emitían chispas, como sería lo habitual en el avistamiento de este tipo de fenómenos incandescentes. Más bien poseían uniformidad en su contorno, siendo comparadas a “serpientes” de fuego –por su semejanza en la forma a este tipo de ofidios-, cuyas trayectorias sobre parcelas o caminos tenían una duración limitada, siendo de pocos segundos hasta algunos minutos en ocasiones.

Yunguilla ha sido una zona privilegiada del Austro ecuatoriano en este tipo de manifestaciones; es así como desde el año 1982 a 1984, se han registrado interesantes testimonios sobre “fuegos” que hacían sus travesías sobre las moliendas de caña de azúcar del sector (dicho zumo es muy utilizado para la preparación del tradicional guarapo, al que se le suele adicionar licor de punta para obtener una bebida alcohólica muy dulce); posterior a eso se llegaban a extinguir luego de realizar movimientos vertiginosos.

Estas luminarias han sido asociadas a la antorcha que portaría el maligno porque, en varias ocasiones, éstas han llegado a perseguir a sus víctimas por los pastizales con el objetivo, según se dice, de causarles sustos de muerte y provocarles estragos psicológicos, objetivo que, únicamente, perseguiría el mismísimo demonio, decían.

De igual manera resulta sorprendente los numerosos avistamientos de estas luces por el tramo vial que conecta Cuenca con el sector de El Descanso (ubicado a 15 minutos de dicha ciudad y asentada en la vía que comunica los poblados de Azogues, Gualaceo, Biblián, entre otros), en donde han sido reportados varios encuentros con luminarias salidas de la nada, las mismas que, por azares del destino, han llegado a manifestarse justo en el momento en el que una o varias personas transitaban por aquellos pagos. Cruzando la vía, ó, simplemente deslizándose entre los árboles que tapizan este bello paisaje, se lograban verlas, emitiendo destellos de corta duración y, al poco rato, desapareciendo por la espesa maleza.

El mismo fenómeno se dio por otros agrestes lugares en donde el destino enigmático fijó, nuevamente, su huella. Esta vez sobre el tramo de la vía, previa a la entrada a Gualaceo, en donde pequeñas luces (algunos lo describen como el fuego que produce una vela) deambulaban por los terrenos cambiando de intensidad a cada palmo que lograban cubrir. “A veces se les veía más encendidas y vivas que en otras ocasiones, incluso había momentos en los que cambiaba de intensidad de una manera intermitente: se apagaba, se encendía, se volvía a apagar…, y así”, aseguraban quienes se habían enfrentado a esa clase de avistamientos.

Resulta interesante y oportuno hacer hincapié en un hecho sobrenatural desarrollado por estas mismas tierras, en donde testigos y moradores habrían llegado a observar la secuencia de materializaciones que habrían descrito algunas aves, tales como: gallinas, gallos, pollos, y hasta huevos. Estos animales habrían tenido una inusual característica: su brillantez extrema; llegando a deslumbrar como el oro bruñido. Estas criaturas sobrenaturales habrían tenido, como escenario habitual para su observación, el interior de las casas de los pobladores de este rincón azuayo. Entidades que salían a la luz, muy parsimoniosamente, de entre los enseres domésticos, para terminar desapareciendo al atravesar algún muro o pared cercana.

El asombro no se hacía esperar, dejando a las víctimas de estos episodios inauditos, con sus rostros desencajados. Se menciona algunos intentos por intentar atraparlos, pero, para sorpresa de sus captores, éstos terminaban esfumándose a pocos pasos de ser alcanzados.

Estos hechos sobrenaturales han sido harto frecuentes por las lejanas fechas que mencioné al inicio de este artículo. Como si aquellos años hubieran sido los decisivos para que estos quiméricos acontecimientos lleguen a producirse y evidenciarse en toda su dimensión.

jueves 29 de julio de 2010

Caso Itabirito



Este caso está etiquetado como uno más de los contados encuentros con “humanoides enllantados” alrededor del planeta.

El denominado Caso Itabirito aconteció en el lejano año de 1962 en la localidad de dicho nombre. Pero pasemos al desarrollo de los sucesos, tal y como se dieron en aquellas fechas.

El 30 de agosto de 1962, se dio uno de los casos más conocidos en Itabirito (Brasil). Todo ocurrió a las 23 horas, cuando tres hombres salieron del cine local y se quedaron conversando un momento en la intersección de las calles Arthur Bernardes y Queiroz. En un momento de la conversación se escuchó un silbido. Al mirar el cielo los testigos observaron un ovni que permanecía ingrávido, flotando en una plantación de eucaliptos, a unos 30 metros de altura y a unos 50 metros de donde se encontraban.

Mientras observaban el objeto, uno de los testigos, Liberato Geraldo, llamó la atención de sus compañeros ante la presencia de un pequeño hombre que caminaba hacia el grupo. Según otro testigo, Luis Gonzaga do Carmo, el pequeño ser era similar al célebre muñeco de la fábrica de neumáticos Michelin. Los testigos lograron destacar algunas características del misterioso visitante: Su morfología era la de un ser muy gordo; tenía una cabeza grande y brazos cortos, los mismos que no acompañaban rítmicamente a los movimientos corporales en el desplazamiento normal que adoptamos cuando caminamos. Geraldo, a su vez, mencionó que tenía una estatura pequeña (1,20 m a 1,30 m de altura), cabeza grande y las piernas, en relación con el cuerpo, parecían cortas pero voluminosas; ataviado con un atuendo, cuyo material, era semejante al cuero; brazos pequeños y su desplazamiento sobre el terreno era, a su vez, rápido.

Después de caminar unos 10 metros, la criatura desapareció misteriosamente bajo la mirada de los tres testigos. Dos de ellos salieron gritando de terror. Sólo Luis Gonzaga permaneció en su sitio fumado muy extrañado y en una aparente calma.

Después de aproximadamente dos minutos, el brillo del objeto aumentó su intensidad al punto de llegar a iluminar todo el barrio. Debido a eso, Luis trató de llamar la atención de sus amigos, pero se vio sorprendido por un hecho inusual y alarmante: no podía hablar ni moverse, sencillamente estaba paralizado. Permaneció en ese estado durante, aproximadamente, un minuto, hasta que la intensidad de la luz del objeto disminuyó. Luego, levantó la mano hacia la boca para concederse una profunda bocanada de humo, pero su sorpresa se vio incrementada al ver que su cigarrillo había desaparecido.

Después del incidente Luis sufrió dolores de cabeza durante todo un mes. Los medicamentos que le recetaron eran incapaces de frenar el dolor que le atenazaba.

Fuente: http://www.fenomenum.com.br/

jueves 22 de julio de 2010

Playa del Taurito (Gran Canaria), abril de 1991



La recopilación de incidentes humanoides con supuesta implicación militar en España nos lleva hasta las islas Afortunadas, habitual escenario de numerosos avistamientos ovni.

Sin embargo, de confirmarse su autenticidad, el caso que ahora nos ocupa destacaría por méritos propios de cualquier otro acaecido en las Islas Canarias. Si todo sucedió como asegura el único testigo localizado, J. A. M. S., tenemos que remontarnos al mes de abril de 1991. En aquellas fechas, el joven se encontraba realizando el servicio militar en la base aérea de Gando. Una noche de aquel mes de abril, llegaron varios oficiales que le despertaron a él y a otros compañeros. Apresuradamente, les informaron que tenían que salir de la base a causa de una emergencia, pero no les dieron más detalles.

Pocos minutos después, J. A. y otros siete compañeros viajaban en el interior de un Super-Puma del SAR (Servicio de Alerta y Rescate) en dirección a la playa del Taurito, una zona situada al sur de Gran Canaria. Al parecer el EVA-21 había detectado varios ecos no identificados en aquella zona, y los soldados se disponían a averiguar de qué se trataba.

Una vez en tierra ocurrió algo inesperado. Varias siluetas negras –así las describió el testigo- aparecieron ante los asombrados ojos de los soldados. Al mismo tiempo, en el cielo comenzaron a observase varias luces no identificadas que rodearon al Super-Puma del ejército. Según el relato de J. A., cuando se encontraban a escasos veinte metros de aquellas siluetas dispararon sus armas. Pero las balas sirvieron de poco. Aquellas misteriosas y desconocidas figuras aparecían y desaparecían a su antojo, haciendo imposible que los militares pudieran hacer blanco sobre ellas.

Tras 45 minutos de auténtica pesadilla, las misteriosas figuras desaparecieron. Según el testigo, sus superiores les ordenaron que no mencionaran lo ocurrido con nadie, ya que de lo contrario “argumentarían que estábamos locos”. Por si todo lo anterior fuera poco, dos semanas después se habría producido un segundo encuentro, prácticamente idéntico al primero y con los mismos protagonistas.

Fuente: “HUMANOIDES; Encuentros con entidades desconocidas”; Javier García Blanco.

miércoles 21 de julio de 2010

Chirije: un enclave mágico



Por Nefe¹_metah

Poseedora de una belleza indescriptible y enclavada en un paraíso agreste, Chirije es considerada una zona caliente por el sinnúmero de avistamientos ovni y fenómenos extraños, los mismos que, con frecuencia, se dejan ver en toda el área.

Este bello paraíso se halla asentado en la costa norte de la provincia de Manabí, al sur de Bahía de Caráquez, en la costa ecuatoriana.

Turistas y moradores de este bello enclave, aseguran muy convencidos, de que allí se pueden sentir energías poderosas; el ambiente estaría poseído por una fuerza indescriptible. Cabe mencionar que hace 3.500 años, aproximadamente, se asentó en estas tierras la cultura Chirije, un poblado indígena que habría dejado energías remanentes impregnadas en cada pequeño centímetro de este enigmático lugar.

En Chirije se han llegado a concretar descubrimientos importantes en el ámbito arqueológico, destacándola como uno de los lugares más importantes del Ecuador en cuanto a descubrimientos en esta rama; esto, junto a los fenómenos extraños que envuelven la zona, la catapultan notablemente para denominarla como: zona caliente, y, hasta zona ventana, por el extenso historial de fenómenos luminosos y efectos de alta extrañeza que se han llegado a vislumbrar desde algún tiempo atrás.

En 1995 fue el año en el que inició la construcción de este bello paraje. En aquellos días los obreros y supervisores fueron testigos de primera mano de los misteriosos fenómenos que empezaban a instalarse en este importante lugar. Esferas de luz que, en actitud desafiante, se desplazaban por los agrestes senderos; incluso habían testimonios de luces que solían frecuentar las playas vírgenes, surcando las olas con gran destreza.

En este poblado se encuentra un ovnipuerto –construido precisamente para permitir el descenso de una de estas naves, como gesto de bienvenida-, que muchos lo utilizan como lugar de descanso y relajación, además de servir como lugar de contacto con entidades alienígenas, según los expertos en esa área de investigación.

Frente a la majestuosa playa se encuentra ubicada una hostería, que sirve de lugar de reunión para todos aquellos interesados en el fenómeno ovni. Allí se puede intercambiar opiniones, contrastar datos, revisar y cotejar testimonios, etc.

Verónica Tamariz Dueñas, una ufóloga respetable del lugar, ha sido testigo -en múltiples ocasiones-, de avistamientos de esferas luminosas. Ella, junto a un guardia del ovnipuerto, Francisco Paladines, ha llegado a experimentar situaciones alucinantes.

La experiencia que más le llamó la atención se dio la noche del 13 de febrero de 2009. El reloj marcaba las 7.30 pm. Verónica –como solía hacerlo frecuentemente- estaba paseando por el ovnipuerto, cuando de un momento a otro se vio iluminada por un cono de luz que provenía de lo alto. Ella describe la situación como si hubiera estado siendo alumbrada con una linterna gigantesca. En ese momento, Francisco Paladines –quién casualmente estaba cerca de la ufóloga- , acude junto a su amiga para presenciar juntos tan maravilloso espectáculo; juntos logran ver a un objeto luminoso suspendido sobre sus cabezas. El objeto inició enseguida un desplazamiento ascensional hasta esconderse detrás de una nube para, posteriormente, iluminarla completamente. Segundos después el misterioso visitante habría descrito una nueva ruta, esta vez hacia el mar –que se encontraba a pocos metros del ovnipuerto-, llegando a desaparecer, de una manera no menos intrigante.

Pero, previo a esa fecha, Francisco Paladines ya había tenido la oportunidad de avistar un fenómeno curioso. Fue en el 2007 y aproximadamente a las 8.30 pm cuando, nuestro amigo –en aquel tiempo con 46 años a sus espaldas- tuvo la ocasión de ver unas extrañas luces de color amarillo iluminando todo el poblado. El guardián quedó desconcertado por no saber a que obedecía tan curioso fenómeno. Momentos después de este primer avistamiento, Francisco pudo contemplar un nuevo objeto luminoso; esta vez estaba sobre él y se caracterizaba por poseer un intenso color verde. En ese preciso momento nuestro amigo toma su teléfono celular con la intensión de capturar a ese intruso mediante una foto pero, leyendo su propósito, el objeto se alejó fugazmente, desplazándose hacia lo alto y llegando a convertirse en un punto minúsculo de luz, confundido entre la pléyade de estrellas que pintaban el cielo esa noche.

Un segundo encuentro que protagonizó Francisco se desplaza en el tiempo hacia el mes de noviembre del mismo año y casi a idéntica hora del suceso anterior. En esta ocasión nuestro amigo se vio sorprendido por un fenómeno impresionante cuando estaba contemplando el firmamento desde la hostería ubicada frente a la playa:

Un rayo laser –de color rojo intenso- bajó del cielo hacia la playa, impactando el pico de un peñasco cercano. Segundos después esa fuente de energía retrocedía para luego volver a impactar en ese mismo lugar; consecuencia de esto, el pico del peñasco se vino abajo, llevándose consigo un sinnúmero de rocas colina abajo.

El ovni que iluminó el mar

Para cerrar esta breve crónica de eventos inexplicables, pasemos a un testimonio, que habrían dado los obreros, sobre un incidente sensacional acontecido el 26 de enero de 2009, entre las 8 y 9 pm.

Después del café y de un largo día de trabajo, seis trabajadores –que al inicio eran escépticos sobre el fenómeno-, fueron a toparse con un espectacular juego de luces en el mar.

Los trabajadores estaban reunidos en la sala de recepción cuando se percataron de una inusual luminosidad sobre su vertical. El ovni empezó a trazar su ruta en dirección al mar. En su trayectoria hacia las cálidas aguas iba iluminando la arena y las rocas con un rayo de luz muy delgado de color amarillo que describía intermitencias.

El extraño artefacto –todos estaban seguros de que era uno- empezó a moverse sobre las olas del mar, iluminándolas, y, conjuntamente, formaba caminos de luces multicolores sobre la superficie del mar. El espectáculo terminó cuando el objeto desapareció a la distancia.

Una hora después, aproximadamente, y luego de que dos de los obreros se habían retirado a dormir, los cuatro restantes conversaban sobre lo impresionante del incidente vivido hace pocos minutos atrás. Deseaban nuevamente repetir la experiencia y, sentados en la sala, expectantes, esperaron ver algo más. En ese preciso momento –como si sus deseos hubieran sido leídos desde algún punto del espacio- una intensa luz, de color amarillo, iluminó un árbol de algarrobo ubicado a pocos metros de donde se encontraban. Instantes después esa luminosidad se retiraba, en un proceso de retroceso lento (como el caso del laser que golpeó el peñasco) hacia las alturas, desapareciendo segundos después.

Fuente: http://www.ovniecuador.com

lunes 19 de julio de 2010

Nambija



Por Nefe¹_metah

Las minas auríferas de Nambija están ubicadas en la provincia de Zamora Chinchipe (a pocos kilómetros de la ciudad de Zamora), en el caserío del mismo nombre.

Este pequeño caserío dio morada a una serie de quiméricos sucesos de índole paranormal que minaron los nervios de los habitantes que, impávidos y otros sobrecogidos, veían como, luces de naturaleza desconocida se desplazaban por las oquedades que permitían el acceso a las numerosas minas del sector.

En 1983, cuando Cristóbal (un amigo muy querido) trabajaba de minero, se dieron las manifestaciones luminosas más interesantes:

-Pequeñas esferas de luz (el tamaño oscilaba aparentemente entre los 50 cm y 1 m de diámetro), de color rojo amarillento, sobrevolaban el caserío en actitud anárquica, pero manteniendo una formación impecablemente simétrica. Eran varias; en el orden de 5 o 6; siempre raudas en su vuelo, el mismo que terminaba cuando desaparecían volando velozmente hacia las alturas, desapareciendo entre las nubes.

-Extrañas sensaciones -como el estar siendo vigilados por ojos invisibles- se percibían desde puntos determinados de la zona. Esta característica del fenómeno era captada por pocos. La mayoría de testigos únicamente eran víctimas de los avistamientos de las esferas de luz.

-Sonidos extraños, como los producidos por un corto circuito, y pequeñas explosiones, cuyo origen, se cree que se daba en las alturas.

-Luces formando círculos en el firmamento y cambiando de posición, alternándose unas con otras; pequeños fogonazos avistados desde tierra, los mismos que iluminaban parte del caserío intensamente; ladridos prolongados de toda la jauría del sector… Los perros callejeros se veían continuamente inquietos, ladrando con la mirada perdida, en actitud contemplativa.

Cabe mencionar que estos curiosos hechos bordearon los años: 1981, 1982…, hasta 1986 aproximadamente. En los años posteriores el fenómeno inició un proceso menguante que terminó diseminándolo en el tiempo; llegando a desaparecer definitivamente luego del año 86.

Estos fueron algunos de los fenómenos que, de una u otra forma, llegaron a golpear los mermados nervios de los habitantes de este pequeño enclave, posicionado en un sector privilegiado del Ecuador. Sucesos que los habitantes de Nambija fotografiaron con sus retinas, manteniendo el fenómeno nítido en el baúl de sus recuerdos.

miércoles 7 de julio de 2010

Llegan los humanoides



Un ser imposible. Eso es lo que describieron Sonia Ortiz y María Ortiz, dos jóvenes universitarias que el 10 de octubre de 2001 circulaban por una carretera secundaria, muy cerca de la localidad de La Algaba.

“Eran las cuatro y cuarto de la tarde, y regresábamos a Sevilla por la carretera de enlace que existe entre La Algaba y Brenes, cuando a unos cien metros vimos a alguien muy alto, de unos tres metros, situado junto a unos cultivos de naranjos. Era muy robusto y grande, casi como un naranjo”.

Lo que más llamó la atención de las chicas –además de la talla gigantesca del ser- fue el movimiento lentísimo y torpe del extraño personaje.

“Nos chocó mucho, ya que no existe nadie tan grande y que se mueva tan despacio y, por supuesto, no fueron alucinaciones nuestras”.

El humanoide estaba enfundado en un traje cuyo resplandor recordó al papel de aluminio y que emitía cierta luminosidad. Aunque el encuentro no superó los treinta segundos de duración, la proximidad del ser –llegaron a estar a unos diez metros de distancia- les permitió cerciorarse de que no estaban viendo a una persona normal. Aquella misma noche, sobre las 21.20 horas, desde la localidad de La Algaba varias personas presenciaban el vuelo de extrañas esferas de luz, corroborando en cierta forma el increíble relato de las muchachas.

Igual de fascinante resulta el testimonio de Mariló Rodríguez. El domingo 23 de diciembre de 2001, Mariló y su hijo de tres años, circulaba en su coche por la carretera N-333, que une las poblaciones de El Arahal y Utrera. Cuando recorrían una de las rectas del trazado, la mujer se percató de la presencia de algo extraño en la cuneta. Una silueta de unos dos metros de altura permanecía estático a los pies de la carretera. Según fue aproximándose al lugar donde se encontraba el ser, pudo contemplarlo con mayor detalle.

“Era muy alto, mediría unos dos metros y tenía una cabeza redonda, pero lo más raro es que estaba desproporcionada con el resto del cuerpo, era mucho más pequeña que la de una persona normal”.

El humanoide, de un color gris oscuro, se encontraba de perfil, con los brazos pegados al tronco y parecía estar observando el lugar. Lo más curioso de todo es que el ser desprendía un resplandor blanquecino alrededor de todo su cuerpo. Este “aura luminosa” tenía un grosor de unos treinta o cuarenta centímetros y, a pesar de emitir una fuerte luminosidad, no iluminaba la zona cercana. Este último detalle resulta de gran interés, ya que lo descrito por la testigo –quien desconoce por completo la abundante literatura ufológica- se repite hasta la saciedad en numerosos casos de encuentros con ovnis y sus tripulantes. Cuando el coche de Mariló se encontraba a la altura del humanoide, la distancia entre ambos no superaba los dos metros, y esta aprovechó para observar con detenimiento; pero, curiosamente, no vio la espalda del ser como sería de esperar, sino que tan solo pudo apreciar el campo luminoso, como si este envolviera al misterioso personaje por delante y por detrás, dejando visible únicamente sus laterales. Algo asustada pisó el acelerador, pero aún pudo echar un último vistazo por el espejo retrovisor, comprobando que aquella estatua permanecía en el mismo lugar. Mariló nos confesó que la visión le intrigó muchísimo, pero no se atrevió a detener el vehículo, ya que, al viajar sola y ante lo extraño del ser, sintió cierto temor.

"Aquello fue alucinante"

Cuando le entrevistamos, M. A. J. –funcionario del Ministerio del Interior- no encontró mejores palabras para describir lo que había vivido el 31 de diciembre de 2001, mientras circulaba por una solitaria carretera de Cazalla de la Sierra (Sevilla) en compañía de su mujer:

“Serían aproximadamente las seis menos cuarto de la tarde –nos explicó- y, de pronto, a mi lado del coche, vi “aquello” en una explanada que hay entre los olivos. Observamos una especie de plataforma de unos quince metros de largo. Tenía el perfil de un submarino, como abombadito… una forma parecida a la de un monovolumen, para que tú me entiendas, y se sostenía al menos sobre dos o tres patas”.

Pero eso no fue lo único que pudieron observar. Tres seres de gran altura mantenían una frenética actividad en torno al ovni:

“Estaríamos a uno diez o quince metros del objeto. Al lado habían unos tipos como de la NBA, de unos dos metros o dos metros quince de altura, e iban vestidos con un traje blanquísimo y ajustado, como el de un submarinista. La verdad es que fue alucinante. Yo reduje la velocidad, con la intensión de pararme, e incluso puse las luces de emergencia, pero mi mujer se asustó muchísimo y me pidió que nos fuéramos de allí. Al principio dijo que sí, que quería verlo, pero cuando aquellos seres comenzaron a moverse rápido, agachándose y levantándose, se asustó mucho”.

Según el testigo, los humanoides presentaban una anatomía muy extraña:

“Los hombros eran muy anchos, los brazos muy delgados, como los de una persona anémica, y luego la zona de las muñecas volvía a ensancharse, como si estuvieran inflamadas”.

Para colmo, la cabeza de aquellos seres era más pequeña que la de una persona normal y tenía una forma “apepinada”. Sus ojos –lo único de su rostro que M. A. J. pudo apreciar con claridad- eran rasgados y situados hacia atrás.

La actividad de aquellos seres parecía frenética, como si estuvieran llevando a cabo algún tipo de labor muy concreta:

“Los seres actuaban entre ellos, todos muy unidos, pero sin comunicarse entre sí. Se agachaban, se levantaban, avanzaban un poco, volvían a agacharse, se levantaban…, y así todo el rato. Como hormigas obreras. Igual que hormigas obreras”.

La actividad de los humanoides era tal que, aparentemente, no mostraron el menor interés por los testigos. Era como si ni siquiera estuvieran allí:

“Cuando mi mujer insistió en que nos fuéramos, yo pegué un “arrancón” muy fuerte en el coche, y ellos ni se inmutaron. Yo creo que si llegan a parar ocho o nueve coches más allí, a ellos les habría dado igual, habrían seguido con lo suyo”.

En el momento del “acelerón”, M. A. J. aún tuvo tiempo de echar un último vistazo a aquella misteriosa escena, y la silueta de aquellas gigantescas figuras quedó grabada para siempre en su retina y, sobre todo, en su memoria. El encuentro impresionó tan vivamente a nuestro protagonista que cuando se sinceró por completo con nosotros, acabó confesándonos:

“Antes de esto siempre me reía de los que salían en la tele o en los periódicos contando cosas parecidas. Pero, desde que vi aquello, sé que no estamos solos. Eso te lo puedo certificar”.

Fuente: “HUMANOIDES; Encuentros con entidades desconocidas”; Javier García Blanco.

lunes 5 de julio de 2010

La oleada OVNI de 1954 (Francia)



El 23 de agosto, muy cerca de la localidad de Thonon, Elise Blanc, pudo observar un extraño objeto, similar a un tráiler. Junto al artefacto se encontraron dos pequeños seres vestidos con trajes plateados. Según declaró la testigo, aquellos hombrecitos emitían un sonido similar a gruñidos de animal. Poco después la señora Blanc observó cómo el ovni despegaba, perdiéndolo de vista.

Un mes después, el 24 de septiembre, se producía un nuevo encuentro, esta vez en la localidad de Becar. Aquel día dos mujeres informaron por separado haber visto un disco de color gris oscuro, de unos seis metros de diámetro y un metro de altura, que pudieron ver en el claro de un bosque. Junto al objeto, de pie, descansaba un “hombre” de estatura normal. Vestía ropas oscuras y una especie de capa. Una de las testigos se aproximó a menos de treinta metros del ovni y, según su testimonio, el humanoide parecía estar reparando algo en la “nave”. La investigación posterior desveló que el objeto había dejado huellas sobre el terreno.

El siguiente suceso tuvo lugar dos días después, en Chabeuil. La señora Lebouf se encontraba caminando a las dos y media del día cuando, de súbito, se vio de frente a una criatura que, según su testimonio, parecía un “niño cubierto por una bolsa de plástico, con unos ojos más grandes que los de los humanos”. La criatura se introdujo en un artefacto ovalado, que despegó mientras emitía un suave silbido. Al igual que en el caso anterior, pudieron encontrarse huellas en el lugar. La impresión que sufrió la señora Lebouf fue tan grande que la encontraron en estado de shock.

Los casos se suceden sin pausa, en ocasiones a razón de uno diario o incluso más: el 27 de septiembre, en Premanon, cuatro niños que se encontraban tranquilamente en su casa se alarmaron cuando el perro comenzó a ladrar de forma insistente. En el exterior se encontraron con un gran objeto posado en el suelo y, junto a él, a un pequeño y extraño ser. Ante aquella absurda escena, los niños creyeron que estaban ante un fantasma y uno de ellos, Raymond Romand, de donde años, comenzó a lanzarle piedras.

Otro suceso, de nuevo con múltiples testigos, se producía en la tarde del 30 de septiembre en Marcilly-sur-Vienne. Ocho obreros de la construcción vieron cómo un objeto en forma de disco aterrizaba muy cerca de donde ellos se encontraban. Y de nuevo, como si siguieran una especie de pauta establecida, junto al ovni apareció una figura humanoide. Instantes después la nave y su tripulante desparecían ante los ojos de los testigos. Algunos de ellos sufrieron algunos trastornos fisiológicos tras el encuentro.

1 de octubre, Jussey. Son las siete de la tarde y dos jóvenes de la localidad observan extrañados las evoluciones de un disco luminoso de color blanco en el cielo. Minutos después el objeto aterriza y de su interior surgen dos seres de gran altura ataviados con trajes blancos. Los humanoides hicieron gestos a los testigos, pero estos sintieron tal miedo que escaparon corriendo del lugar.

Tan solo una hora después, dos empresarios que circulaban en coche en dirección a Royan vieron un pequeño hombrecito que cruzó la carretera frente a ellos. Los señores Estier y Phelippeau decidieron parar, pero el humanoide se escondió en un bosque cercano.

Al día siguiente, en Croix d´Epine, y prácticamente a la misma hora del caso anterior, el joven Ernest Delattre, un mecánico de diecinueve años que circulaba con su moto, observó un objeto en forma de huevo. El ovni estaba muy iluminado, y acabó aterrizando a unos quince metros de la carretera. Delattre aseguró a la prensa que del objeto salieron dos formas oscuras, que se movieron en torno al artefacto. Después pudo ver cómo el objeto despegaba, a la vez que cambiaba del color naranja al azul. Dos vecinos de pueblos cercanos aseguraron por separado haber visto el mismo objeto.

9 de octubre. Cuatro niños, vecinos de Pournay-la-Chetive, se encuentran jugando con sus monopatines mientras cae la noche. De pronto observan un objeto luminoso cerca del cementerio y, llevados por la curiosidad y la temeridad propias de su edad, deciden acercarse para ver de qué se trata. Cuando se encuentran a menos distancia comprueban que se trata de un objeto redondo, de unos dos metros y medio de diámetro sostenido sobre tres patas. Mientras observan con detenimiento el objeto, de su interior surgió un “enano” vestido de negro que portaba una luz cegadora. El ser les dijo algo que no consiguieron entender y, aterrados, los chiquillos salieron corriendo, despavoridos. Durante su alocada carrera se volvieron varias veces atrás y pudieron contemplar cómo el pequeño artefacto despegaba y se perdía en el firmamento.

También ese 9 de octubre, a las 20.30 horas, se produjo otro espectacular e increíble encuentro. El señor J. P. Mitto y otras dos personas, se desplazaban en coche por la carretera N-631, a la altura de La Caiffe, cuando vieron dos pequeñas figuras con una altura similar a la de unos niños de once años, cruzando a saltos la carretera unos cinco metros por delante del parabrisas del coche. Pararon inmediatamente, y pudieron ver un objeto enorme en forma de disco que despegaba del suelo. Tenía unos seis metros de diámetro, era de color naranja y literalmente fue “absorbido” hacia el cielo. Más tarde, en el lugar donde estaba aterrizado el objeto, se encontraron manchas similares a las producidas por el aceite.

El 11 de octubre, a las cuatro y media de la madrugada, y muy cerca de la población de La Carie, los señores Gallois y Vigneron, que se dirigían en coche desde Clamecy a Corbigny, sintieron una descarga eléctrica cuando los faros del coche se apagaron. En ese instante vieron una “nave” posada en el campo, a unos cincuenta metros de donde ellos se encontraban. El objeto tenía forma cilíndrica y, junto a él, se encontraban tres “enanos”. No vieron luces a excepción de un pequeño punto rojizo. Ambos testigos quedaron paralizados hasta que la nave se marchó. Un tercer testigo, el señor Chaumeau, había visto un objeto luminoso sobre los bosques de La Carie.

Aquel mismo día, sobre las siete y media de la tarde, tres hombres conducían su coche cerca de la localidad de Taupignac cuando, de pronto, observaron una esfera de color rojo intenso en el cielo. Decidieron salir del vehículo para observar el curioso fenómeno con más detenimiento y, fue entonces, cuando descubrieron una máquina redonda con una cúpula de unos seis metros de diámetro, con una luz rojo-amarillenta, a unos doscientos metros de distancia y diez de altura. Estaba absolutamente estático y no emitía ningún ruido. De pronto se movió horizontalmente una distancia muy pequeña y aterrizó detrás de un bosque cercano. Dos de los testigos, armándose de valor, decidieron acercarse más para poder contemplar el extraño suceso y fue en ese momento cuando observaron a cuatro seres enanos –de un metro de altura aproximadamente-, que parecían estar ocupados manipulando algún mecanismo del artefacto volador. Cuando los testigos se encontraban a menos de quince metros de distancia, los seres se percataron de su presencia y corrieron al interior de la nave. Entonces los testigos quedaron cegados con un repentino foco de luz que fue alternando varios colores, pasando del azul al naranja y después al rojo. El “espectáculo” terminó cuando el ovni despegó a gran velocidad.

Finalmente, el 14 de octubre, un minero de nombre Starowski, aseguró haber vivido un encuentro extraordinario cerca de Erchin, en el norte de Francia. Frente a él se topó con un pequeño ser, de aspecto regordete, grandes ojos oblicuos y el cuerpo cubierto de pelo. Lo curioso es que el testigo no habló en ningún momento de objeto alguno. Tan solo describió su encuentro con la extraña y espeluznante criatura.

Fuente: “HUMANOIDES; Encuentros con entidades desconocidas”; Javier García Blanco.

jueves 1 de julio de 2010

La oleada OVNI de 1968 (España)



-Monegros (Zaragoza). Madrugada del 2 de noviembre de 1968.

Cinco soldados viajaban de Barcelona a Zaragoza, con el fin de disfrutar de un permiso. Hacia las cuatro y media, dejando atrás el pueblo de Bujaraloz, observaron a la izquierda de la carretera un luminoso objeto. Se hallaba a unos quinientos metros de distancia. Presentaba una forma lenticular y unas dimensiones enormes: “como el ruedo de una plaza de toros”. La tonalidad naranja les recordó al sol cuando está saliendo. Conforme se aproximaban al gran disco la radio del automóvil dejó de funcionar, las luces “se vinieron abajo” y los relojes de pulsera se detuvieron. A los pocos minutos –ante la consternación y nerviosismo de los soldados-, el ovni se elevó en silencio y con lentitud, dirigiéndose hacia el sureste. De pronto aceleró perdiéndose en la lejanía. Y tanto el coche como los relojes recuperaron la normalidad.

-Chiclana (Cádiz). Noche del 6 de noviembre de 1968.

Un grupo de suboficiales del Ejército se hallaba cazando en los esteros de Bartiba. Ante la anormal ausencia de aves, los militares optaron por renunciar a la caza. De pronto, en uno de los esteros, surgió una brillante luz –“del color de los tubos fluorescentes”- que se alejó en dirección al mar. Cuando los cazadores proyectaron sus linternas al centro de la laguna percibieron cómo las aguas se hallaban extrañamente agitadas.

-Castellbisbal (Barcelona). Noche del mismo 6 de noviembre de 1968.

Una serie de vecinos de esa localidad próxima a la Ciudad Condal fue testigo de las evoluciones de varios objetos volantes no identificados. Los ovnis –de gran luminosidad- se pasearon sobre la zona hasta bien entrada la madrugada. El Ejército del Aire abrió la correspondiente investigación.

-Constantina (Sevilla). Noche del 12 de noviembre de 1968.

Un capitán de radar (EVA Nº 3) y cinco militares más observaron hacia las 19.45 un objeto de gran luminosidad. El ovni aumentó y disminuyó su brillantez en varias ocasiones. También las autoridades aeronáuticas tomaron cartas en el avistamiento, confeccionando el correspondiente informe.

-Zafra (Badajoz). Noche del 14 de noviembre de 1968.

Un motociclista tuvo un encuentro cercano con un extraño ser que se hallaba apostado en el filo de la carretera. El incidente es ampliamente narrado, en primicia, en mi obra La Quinta Columna.

-Lérida, Puente de Almuhey (León) y Santa Marta (Badajoz). Finales de noviembre y primeros días de diciembre de 1968.

En Santa Marta, un comandante de artillería detiene un automóvil que conducía a un kilómetro y medio de dicha población extremeña. Ha observado problemas en el motor y decide renovar el agua. Cuando se encontraba inclinado sobre el vehículo siente unos intensos escalofríos en la espalda. Al levantar la vista descubre en el cielo un objeto circular –de un tamaño doble al de la luna llena- “que se enciende de color naranja”. El disco permanece unos minutos sobre el atónito testigo y, acto seguido, se desplaza en silencio y a gran velocidad hacia el citado pueblo de Santa Marta. Cuando el comandante entra en la localidad comprueba que otros vecinos acaban de observar el paso del mismo disco.

En Puente de Almuhey, entre el 24 de noviembre y el 10 de diciembre, varios testigos asisten con idéntica perplejidad a la presencia de una partida de objetos no identificados de muy diferentes formas y luminosidad. Uno de los “discos” se descompone en tres objetos. También son observados los familiares foo-fighters. Uno de los ovnis permanece alrededor de tres horas sobre la población leonesa, emitiendo una luz blanca intermitente.

En esas mismas fechas –primeros de diciembre-, el rector de Almenar y dos jóvenes que le acompañaban, tienen la oportunidad de contemplar otro ovni en las cercanías de Almacellas, en Lérida. Detuvieron el coche y lo observaron “a placer”. Poco después, al pasar de nuevo sobre el lugar, el sacerdote y sus dos acompañantes repitieron la experiencia. Esta vez el disco se hallaba muy próximo: “Era similar –contaron- a los que presentan los periódicos.” Del objeto partían rayos rojizos y amarillos.

Fuente: “Materia Reservada”; J. J. Benítez